LO QUE SOBRA ES LA BUENA ONDA

Por Alejandra Vignollés

Un aspecto de la estrategia comunicacional del macrismo es transmitir "buena onda" y "trabajar con alegría porque es para mejorar la calidad de vida de los vecinos", de esta ciudad. 
Pero no hay vuelta.
Porque a pesar de esforzarse por dar la imagen de "Festilindos", lo cierto es que los PRO algunas controversias suelen solucionarlas con un tiro en la nuca. Y muchas veces los enfrentamientos entre sus dirigentes suelen ser fogoneados por el mismísimo Mauricio Macri, cuentan por lo bajo ciertos macristas. SHHH. Nada nuevo: divide y reinarás.
En diciembre fueron creados dos ministerios el de Gobierno y el de Modernización del Estado, con Emilio Monzó, a la cabeza del primero, y Andrés Ibarra, del segundo.
En los despachos de funcionarios del gobierno porteño se sabe que a Monzó apenas se hizo cargo de la cartera le explotó en las manos la relación con su segundo, el ex diputado Alvaro González, quien realizó una labor destacada al frente de la comisión de Presupuesto y Hacienda. Y que como cabeza de esa comisión estratégica, tuvo muchas veces que realizar algunos trabajos, mmm, podría decirse, no muy agradables. Sin embargo, cuando se le terminó el mandato como legislador, a fines del año pasado, no hubo una gran recompensa hacia él, de parte de Macri. En palabras de un destacado PRO-Peronista a esta cronista: "A Alvarito lo mandan a hacer los trabajos sucios y después lo desprecian y lo dejan al borde del precipicio".
Macri estaría muy disgustado con González porque se habría enterado por el mismísimo Benito Roggio, un íntimo suyo, que aquél lo habría estado "presionando más de la cuenta", para compensar algunos favores. Las malas lenguas aseguran que habría participado el ministro Diego Santilli, diplomáticamente, de la trastienda, que terminó con esa confesión de Roggio. La furia de Macri cuando se enteró todavía es recordada con sudor por los que presenciaron el momento. Fue entonces que le habría ordenado a Monzó que empezara a hacer a un lado a González y que en esa misma charla habría indicado que preserve a Horacio Rodríguez Larreta. Lo mejor de todo esto es que González no estaría al tanto de que es el propio Macri el que lo quiere desplazar, y no Monzó. Por eso en los últimos tiempos González se estaría dedicando a hacer picardías para molestar a su jefe. Durante un encuentro que tuvieron hará unos 15 días Rodriguez Larreta y Monzó, habría entrado Macri y dirigiendose a éste último, le recordó lo que le había ordenado. "Mirá que no me olvidé eh?!". Escueta, pero contundente parece que fue la frase del jefe de Gobierno.  
González ignorante de estas rispideces, casi con candor, la semana pasada en una entrevista con Monzó, le pidió tres millones y medio de pesos para arreglar una oficina que le gustó en otro edificio, que no es donde funciona el ministerio de Gobierno. Si esto es verdad el objetivo de González, claramente, es el de mantenerse a prudente distancia de su superior y hacer su propio juego. A esta altura es fácil imaginar cual fue la respuesta de Monzó.
El ministro de Gobierno cumplió el pedido de Macri y empezó por quitarle a González la responsabilidad que le había asignado, que tenía que ver con manejar la relación con la Legislatura.
Ante este escenario Monzó se debate entre  poner el lomo para amortiguar los cascotazos y ser un hombre de un solo jefe: Mauricio Macri o aliarse al sector que no les interesa mucho trabajar en la campaña presidencial del ex mandamás del equipo de la ribera. Sino que lo que los entusiasma es sucederlo al frente de la jefatura de Gobierno, como es el caso de Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Santilli.
El otro frente de batalla es con el ecuatoriano Durán Barba, quien aconseja todavía "hacer la plancha"  para las elecciones, tanto de 2013, como de 2015. Algo que irrita particularmente a Monzó, que es justamente el responsable político del armado nacional, es decir con las provincias. Pero no son todas pálidas para el ministro de Gobierno, ya que cuenta con el apoyo incondicional del presidente del partido, Humberto Schiavonni, con quien tiene una relación muy estrecha, aunque pocos lo sepan.


CHICOS DE MIRADA TRISTE

 Por Alejandra Vignollés

La que sigue es una historia bizarra, tanto que casi hasta al mismísimo Almodóvar no se le hubiera ocurrido nunca. Es pura realidad. No hay ficción en este relato. Se trata de la Buenos Aires profunda, a la que cotidianamente tratamos de invisibilizar. ¿Quieren saber cómo es la diversión en una plaza de esta ciudad? Así.
Se trata nada más que de tomarse el trabajo de entrar a Plaza Miserere, con la mirada atenta y la cabeza abierta, un sábado a la tarde. Allí podremos observar que en la esquina Sur unas cien personas rodean a un actor que se presenta como “cómico”. Lo ayudan a armar su “espectáculo” dos discapacitados, uno que tiene los brazos cortos y el otro las piernas. Completa el elenco una joven de unos 20 años, vestida con ropa muy ajustada y sugerente. El pelo teñido de rubio y los tacos muy altos. A la que a pesar de su juventud, los años de carencias, postergaciones y sufrimientos, dejaron ya huellas en su rostro, en su boca casi desdentada, como al resto de los actores del elenco, del que les estoy hablando.
El guión de la obra consiste que los discapacitados son incitados por el actor principal, el “cómico”, ¿recuerdan?, a conquistar a la joven e invitarla a tomar algo. Una vez que ella acepta, los discapacitados tienen que poner en marcha una moto para llevar a la mujer seducida. De esta manera el discapacitado que tiene las piernas cortas debe intentar hacer arrancar la moto dando una patada hacia atrás. Sus piernas se lo impiden. Ese impedimento hace las delicias del público por las burlas a las que es sometido por el “cómico”. Luego, le toca al otro, el que tiene brazos de unos pocos centímetros, casi que parecen muñones. Pero a este el actor principal directamente lo alza como a un chiquito de siete años, porque a parte de todo es casi enano, y lo sube a la moto. Trascartón tiene que intentar agarrarse del manubrio de la moto. Como no puede. Otra vez las burlas se repiten y el público se ríe a carcajadas. En este punto ya no hace falta quedarse para conocer el final de la obra. Basta con seguir caminando y observar apostadas sobre las rejas que protegen un monumento a voluptuosas mujeres de raza negra, con trenzas en sus cabellos y de las que no es difícil imaginar su origen dominicano. Están esperando que algún cliente se les acerque.
En los alrededores autos de alta gama dan muchas vueltas alrededor de la plaza, a marcha muy lenta. No miran a las dominicanas, sino a chicos de mirada triste, de entre 7 y 12 años, que juegan en el lugar. El autito de la policía sigue estacionado en la esquina oeste. La tarde cae y el lugar empieza a llenarse de sombras.


"UNA SEÑORA ACTRIZ"


Por MJR

La actriz, Gabriela Toscano, que trabaja desde los 7 años en el medio, habló de su presente en “Hamlet, la metamorfosis”, su relación con el director, Carlos Rivas, su esposo y sus últimos trabajos en TV “Para vestir santos” y “El puntero”.

 ¿Cuál es la respuesta del público a tu interpretación de Hamlet en “Hamlet, la metamorfosis”?
Es muy buena. La gente me dice que a los 20 minutos se olvida de que soy Gabriela Toscano y sólo ve a Hamlet. Carlos Rivas me eligió como un instrumento para contar lo que quería contar. El veía a Hamlet como un personaje femenino por su admiración y amor al padre. La venganza lo vuelve masculino pero tiene una naturaleza femenina que se ve en su inclinación a las artes. Hay que resaltar que el director haya elegido a una mujer para el papel que es el más importante de la historia del teatro. Está bueno ahora que estamos más desatadas y está bueno el reconocimiento por el esfuerzo físico que hago. Tengo que ir graduando la intensidad porque son dos horas cuarenta minutos de una obra que tiene todos los temas: una guerra entre Noruega y Dinamarca, la traición y el mandato de padres a hijos, como Ofelia y Hamlet, que terminan muertos por cumplir esos mandatos.

Gabriela Toscano interpretando a Hamlet

¿Cómo es trabajar con tu marido como director? ¿Se mezcla lo laboral con lo cotidiano?
Cuando se trabaja, se trabaja pero es difícil que no se mezclen las cosas porque desde el vamos yo soy actriz y el director. La obra implico mucho esfuerzo. Un año de ensayo desde octubre de 2009 hasta el estreno en noviembre de 2010 en el Café Rivas en que hubo que sostener a 11 personas. Pero la idea cuando me lo ofreció era establecer un grupo de trabajo. Sin embargo, dio sus frutos. A mí y a él con dos premios ACE (mejor actriz y mejor espectáculo alternativo) y otras nominaciones y también al elenco.

¿Cuál de los personajes que has interpretado es tu favorito?
Disfrute mucho mis últimos personajes en “Para vestir santos” y “El puntero”. Yo creo que lo último es siempre lo mejor por la maduración que tengo como actriz. Lo de Susy (“Para vestir Santos”) fue maravilloso cómo resultó porque es muy distinta a mí con su humor negro. Aparte fue desafiante hacer de dos personajes tan distintos uno atrás del otro. Los equipos de trabajo fueron excelentes. Tuve una muy buena relación con Celeste Cid y Griselda Siciliani y los técnicos de “El puntero” eran los mejores.

¿Qué cambió del Martín Fierro que te dieron en 2001 por “Culpables” al segundo en 2011 por “Para vestir santos”?
No soy la misma Gabriela. Ha habido un cambio que creo que los productores notan que se viene gestando desde la obra teatral “La duda”. Sin embargo, hay algo que se mantiene que es mi esencia. La gente me ve como alguien verdadera.

¿Cómo te llevas con el costado frívolo del ambiente?
No soy una hippie. Tengo fama de perfil bajo pero doy  notas y voy a eventos cuando puedo. El tema es que en los eventos hay cada vez menos actores. Hay gente que hace otras cosas, que es famosa por otras cosas. Hoy en lo que se ve masivamente hay más lugar para ellos. Los actores están en otro lado: tratando de contar historias. Después en el cable quizás si encontras otras cosas entrevistas a actores, otros contenidos.

¿Cuáles son tus proyectos futuros?
Estamos trabajando mucho porque el 19 de marzo estrenamos la nueva puesta de Hamlet en el teatro El tinglado. Hice dos años seguidos de tele, lo cual es mucho. Me acercaron propuestas pero no me incliné por ninguna. Estoy evaluando.